viernes, 19 de abril de 2013

Montreal... descubriendo el Nuevo Mundo de la mano de my husband






De nuevo en avión pero esta vez en un Airbus 320... un pepino para +/-300 personas más bultos, entre los bultos estaba mi esposo mantecoso, gasolina, azafatas y un total de varias toneladas a más 12.000 metros de altura.
Nuestro hijo nos invitaba y nos esperaba en un día típico de una ciudad con nieve negra y blanca. Para despejar, para transitar, para hacer caminos en el agua blanca, utilizan sal más unas piedrecitas negras.
Las casas residenciales son de 3 pisos. Todas disfrutan en la parte posterior de una extensión de terreno dónde algunos incluso tienen una caseta de herramientas o de invitados.
En ella hay árboles, coches aparcados y un sinfín de objetos varios con un aire de trastero como quien pone macetas. Todo tiene un sabor de película americana. Todo resulta familiar, cercano, tocable. Nosotros tenemos un banco, una caja de madera que hace de mesa y 2 neumáticos, uno encima del otro que hace de asiento. Vamos que no es nuestro, debe ser de alguien que quiso tomarse una cervezas con amigos porque hay un pote de cristal tipo lentejas hervidas que sirve de cenicero.
Cada día gorditos jilgueros, "la ardilla", los gatos con sus abrigos plumosos por el frío... los vemos desde nuestra "pecera" de cristal, lo digo por los grandes ventanales de la cocina.
"La ardilla" esta desde hace unos meses acostumbrada a pasar por el restaurante chez Milà, dado que en una cáscara de coco le ponemos un puñado de cacahuetes "cada día". Hoy ha sido entre divertido e inquietante... el gato, color miel de Melbourne, a primera hora estaba de caza y su objetivo era la ardilla. Rápida, eficiente y con su estrategia de levantar la bella cola por encima de su cabeza para camuflar su pequeña altura. Han estado los dos trepando árboles en plan "como bajes te doy un buen makoko y te vas a enterar".
Las ciudades están diseñadas para que el tendido eléctrico pase, de manzana a manzana, por un pasillo central (lo hemos visto en infinitas pelis con persecuciones de coches), al que dan los patios traseros de modo que si te apetece fotografiar los edificios, las casas, desde las calles, no ves ningún cable.
No hay ascensores en todas las casas, eso si hay escaleras con mucho estilo y ninguna igual. De la acera a la casa, todos tienen tierra suficiente para las flores, los árboles con un encanto informal y deliberadamente espontáneo.
Desde la calle si uno quisiera puede acceder al 1er. piso de cualquier casa. Todas tienen macetas, sillas, sillones, mesas, esculturas, banderas de colores... lo curioso es que en España todo habría desaparecido a la mañana siguiente. Me cuesta asimilar que nadie toque nada
Un día de Sol es un festival, la familia salen con los platos de comida y en las puertas de las casas disfrutan del aire libre, el sol y la conversación. Más allá un par de chicos sentados en la escalera del primer piso toman una cerveza o refresco, no lo sé. 
Un día de Sol los bares con cristales doooobles se abren a la calle y se llenan de amigos como si uno de ellos entrara por la puerta y dijera... "cerveza para todos, invito yo".
Ya conocemos los supermercados Metro, Jean Cotou, El Mercado de Jean Talon, Los Denapeur como chez Popo,. Por cierto el Metro de Montreal va a toda pastilla, no necesita ningún picaporte para abrir. Me encanta el pragmatismo. Hay cuatro notas musicales al abrir y cerrar las puertas. 
Algunas cosas curiosas: las latas de cocacola, cerveza, etc... se llevan, se reciclan en unas máquinas que te dan unas monedas. Los Clochards saben que si reciclan tienen para otra cerveza.
Los coches no tienen matricula por delante ¿...? será por la nieve?, tendrá alguna explicación que desconozco. Nuestro hijo que está desde el 2010 no se había fijado y yo en dos días se lo he tenido que descubrir. Las matriculas traseras de Quebec tienen un mensaje... "Je me suoviens" "Yo me acuerdo


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