viernes, 11 de noviembre de 2016

Orange Is the New Black, o la consabida cárcel de mujeres


La vida en la cárcel no es –no debería ser– ninguna ganga. En las cárceles de los EEUU, además de no ser ninguna ganga, a la vista de lo que se ve en películas y series, es lo más parecido a un infierno. En las puertas de las cárceles de los EEUU debería escribirse la frase que Dante colocó en su Infierno particular: “Abandonad toda esperanza los que entréis aquí”. Lo peor de la cárcel no es estar encerrado en un pequeño espacio (acaso muchos de nosotros no lo estamos en pisos de 40 metros cuadrados o en cubículos laborales), lo peor, como ya intuyó Sartre en su obra teatral A puerta cerrada, lo peor, el infierno, son los otros. Esto es lo que una mujer blanca, de buen ver, de poco más o menos treinta años, un nivel cultural aceptable, experimenta cuando, por azares de la vida y por tonterías cometidas cuanto tenía 10 años menos, siente que tras de sí se cierra la cancela de una prisión. Y es que esta serie va de la vida en una cárcel de mujeres y de las vicisitudes y aventuras de una chica que, habitualmente debería estar trabajando de peluquera, agente inmobiliaria, administrativa o dependienta de super.




El planteamiento de la serie es aparentemente original. Incluso morboso: las cárceles de mujeres siempre han inspirado fantasías lésbicas y buena parte del cine X discurre por esos derroteros. Algo de eso hay en la serie, aunque no constituye su eje central (afortunadamente, por lo demás). La alternancia entre escenas vividas en una claustrofóbica prisión y constantes flash–backs en donde las internas y especialmente la protagonista narran como llegaron a ser convictas y a compartir celda con otras presas, parece, a primera vista una buena fórmula para eternizar la serie: cuantos más personajes nuevos haya, más de estos flash-backs se producirán y la serie se justificará durante más temporadas, sin caer en la monotonía. Por lo demás, la vida penitenciaria tiene muchos aspectos poco o nada conocidos fuera de los muros de las prisiones.

Incluso cabría decir que los personajes iniciales están bien elegidos: una chica que no debería estar donde está, la compañera del alma responsable de que haya introducido sin saberlo una maleta con dinero procedente del tráfico de cocaína, un director de la prisión no particularmente malvado, funcionarios que oscilan entre la crueldad, la ingenuidad y la estupidez, asesinas, una cocinera rusa, prostitutas negras, chicas aparentemente angelicales de las que no consta su delito, pero que terminan resultando ser descuartizadoras, deficientes mentales y analfabetas estructurales, tironeras o sirleras, toxicómanas, rebeldes con y sin causa, casi todas ellas personajes del submundo de los EEUU. 

Pero siendo un submundo marginal, los personajes están pintados con mucho realismo como para pensar que los guionistas han contado como asesores a antiguos funcionarios del departamento de justicia o a presas que realmente han conocido lo que relatan. En este sentido, y a poco que se consideren los personajes, se ve que, todos ellos son suficientemente creíbles y que la serie tiene ciertas dosis de realismo. Todo se entiende mucho mejor si se tiene en cuenta que la idea original de la serie partió de una adaptación del libro escrito por la protagonista, Piper Kerman, que realmente fue condenada por contrabando de drogas y tráfico de dinero. El libro lleva el mismo título de la película, subtitulado: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres


La serie muestra deliberados contrastes: entre la vida en la cárcel y la vida en libertad, entre una persona normal socialmente integrada y personalidades delictivas y/o excéntricas, entre presos y funcionarios y, sobre todo, entre los distintos grupos étnicos que pueblan las cárceles en EEUU. Así está aquel país: estructurado en capaz étnicas más de medio siglo después de que JFK y su sucesor establecieran el principio de la igualdad racial y la proscripción de cualquier forma de segregación. Una de las internas, blanca y de apellido italiano dice a la protagonistas: “No me entiendas mal, no es racismo, es más bien tribalismo”. Y es que hoy, el país del mundo en el que conviven desde hace más tiempo, distintas razas, está organizado interiormente (en las cárceles de manera más notoria, pero también en la sociedad) en función de la tribu a la que perteneces: los chicos blancos bailan a ritmo de rock y escuchan música country y los chicos negros se deleitan con rap o hip hop. Incluso las series de televisión multirraciales no parecen funcionar bien. O son series de blancos (Ranch [2015–2016], Dos Hombres y Medio [2003–2015], Cheers [1982–1993]) o son serie de familias afroamericanas (Black–Ish [2014], La hora de Bill Cosby [1984–1992], El príncipe de Bell–Air [1990–1996], Cosas de Casa [1989–1997]). Es cierto que en series como CSI aparece algún protagonista negro y de manera creciente hispano, pero no es lo frecuente y se trata de excepciones a la regla que rige en la sociedad norteamericana: la estratificación racial. Series como American Crime Story, sobre el Caso O.J Simpson, son igualmente significativas de este aspecto de los EEUU. 

Por lo demás, está bien interpretada y las actrices y actores están elegidas por su exotismo y proximidad física a los personajes descritos. Queda claro que la cárcel no se ha hecho para la protagonista y que ésta pretende, ante todo, conservar su personalidad frente a la autoridad penitenciaria y a sus compañeras de encierro, fiel a la norma no escrita de “aunque estés en la cárcel no dejes que la cárcel entre dentro de ti.

El papel protagonista recae sobre Taylor Schilling. Su interpretación le ha valido varios premios, entre ellos un notable Globo de Oro a la mejor actriz dramática en 2013 y en la edición siguiente a la mejor actriz de comedia. Sus méritos fueron reconocidos también en los Emmy de 2014. Sin embargo, su historial profesional es breve. Su carrera se inició en 2007 en papeles secundarios y en películas independientes. En 2009 participó en la serie de la NBC, Mercy que le abrió el casting para el papel protagonista en Orange Is the New Black. Y de ahí al éxito y al reconocimiento internacional. Es un rostro de los que podemos encontrar en cualquier producto de serie B, de esas TV movies que inundan las tardes de los sábados en los distintos canales; la mayoría protagonizadas por actores de segunda fila a la espera de su oportunidad de ganar un lugar en la primera división. Y sin embargo, da la talla, se mueve bien entre las sordideces penitenciarias y adopta el rostro que corresponde a las distintas condiciones de una tragicomedia. El resto de actrices y actores son igualmente convincentes en sus papeles. 


El título de la serie hace referencia al mono naranja que al parecer es la prenda característica de las cárceles norteamericanas (al menos, eso se supo a partir de los presos de Guantánamo). Se sugiere que “el nuevo negro” (the new black) alude a la escala más baja de la sociedad, de la misma forma que existe el “Brown is the new black” aludiendo a los latinos. La protagonista opta por no manifestar su identidad étnica (White) e identificarse con la condición de si uniforme: Orange. Era imposible adaptar esta idea al lenguaje y a la mentalidad castellana, así que se ha optado por mantener el título original en su emisión en España.
La serie es, esencialmente, una tragicomedia carcelaria. Gustará a los que sientan predilección por este tipo de cine. Los consumidores habituales de series, encontrarán un producto diferente que puede gustarles. También dirá algo a los que quieran pulsar el estado de la sociedad norteamericana y entender a aquel país tan polémico, contradictorio y multiforme. 



FICHA:

Título original: Orange Is the New Black
Título en España: Orange Is the New Black
Temporadas: 4 (de 13 episodios cada una, previstas otras 3)
Duración episodio: 60 minutos
Año: 2013–2019
Temática: Tragicomedia
Subgénero: Carcelaria
Actores principales: Taylor Schillng, Laura Prepon, Michael J Harney, Michelle Hurst, Kate Mulgrew, Jason Biggs, Uzo Aduba, Denielle Brooks, Natasha Lyonne Taryn Manning, Lori Petty, Selenis Leyva, Jackie Cruz, Dascha Planco.
Lo mejor: la presentación de la vida en la cárcel como una locura completa
Lo peor: previsible y sin sorpresas.
Puntuación: 6
Web de la verdadera protagonista: http://piperkerman.com/          

¿Cómo verlo?: Puede verse a través de Netflix y Movistar+. También pueden bajarse mediante programas “peer two peer”. 

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