jueves, 26 de enero de 2017

Live by Night... Vivir la Noche


No es, desde luego, le mejor película de Ben Affleck, pero tampoco es un producto aburrido, despreciable o, simplemente, mal construido. Vivir de noche es una película sobre un gánster que no quería serlo y que no sabía cómo dejar de ejercer el oficio. La película tiene momentos espectacular y otros en los que languidece.

A veces los críticos se ensañan con una película y con un director y, no solamente presentan el vaso como medio vacío, sino que, incluso, les gustaría romper el vaso. Que Ben Affleck no es un gran actor y que su rostro tiende a ser inexpresivo, es un hecho unánimemente aceptado. Pero eso no implica que algunas de las cintas en las que participa como actor sean aceptables e incluso buenas o muy buenas, sino que, hay que ver su trabajo como director no sea, igualmente, aceptable. Por otra parte, no hay que olvidar que Affleck tiene dos Oscars en su poder (al mejor guión por Good Will Hunting y a la mejor película por Argo que dirigió diestramente), tres Globos de Oro, dos BAFTA e incluso un premio como mejor actor de reparto concedido por el Sindicato de Actores por su papel en Shakespeare in Love. Así pues, Affleck, ha demostrado sobradamente que no es solamente un guaperas más que deambula por Hollywood sino un tipo brillante, creativo e inquieto. Por lo demás, apenas supera los 40 años, que en el cine es menos de media vida. Clint Eastwood a esa edad era considerado como un habitual de los spagheti westers o el energúmeno que encarnaba a Harry el Sucio. Y ya ven: hoy forma parte de la historia del cine.


LA CUARTA PELÍCULA DE BEN AFFLECK

No le ha ido mal a Ben Affleck en sus tres primeras películas como director: Gone Baby (2007), se llevó un Oscar (para Amy Ryan como Mejor Actriz de Reparto) y un Globo de Oro (a la misma Ryan). Se trataba de una película de suspense. Luego, con The Town (2010), consiguió armar un buen trhiller de acción que no pasó desapercibido ni para los Oscars, ni par los Globos de Oro (aquí fue Jeremy Reener quien se llevó los premios, en ambos casos, al Mejor Actor de Reparto), pero, sobre todo la película fue un éxito económico: los ingresos en taquilla multiplicaron por cuatro la inversión inicial. Y luego le tocó el turno a Argo (2012) que convirtió a Affleck en el “chico de los millones”: la productora se embolsó 232.325.000 dólares, cubriendo ampliamente la inversión de 44.500.000 dólares y, lo mejor de todo, las críticas fueron unánimemente favorables, aupándola hasta el Oscar a la Mejor Película en 2013 y obteniendo un total de seis nominaciones y tres estatuillas. Los BAFTA y los Globos de Oro fueron en la misma dirección. Y así, con un historial de éxitos in crescendo, llegamos a la cuarta película dirigida por Affleck.

No parece que aquí vaya a revalidar los laureles de Argo, si bien es posible que los ingresos de taquilla estén a la altura de The Town. Vale la pena decir que la película es entretenida, el vestuario, la acción y el movimiento de cámara son de notable alto y si falla algo es un guión que en ocasiones se muestra ramplón y en otras, poco creíble.


La película tiene dos partes perfectamente diferenciadas: en la primera, un ex soldado de la Primera Guerra Mundial regresa a su tierra natal y trata de reinsertarse en la cotidianeidad. Está enamorado. En realidad, está perdidamente enamorado de una chica vinculada a un mafioso. Mal asunto, porque eso le lleva a conocer amistades peligrosas y un tipo que no tiene ni la sensibilidad ni el alma de gánsters, se ve convertido en mafioso muy a pesar suyo. 

En la segunda parte de la película, todo discurre de manera más reflexiva y apacible (hasta poco antes del final). Una mujer le pide que abandone al “lado oscuro”, las tentaciones de violencia y de circular permanentemente al filo de la ley. La chica, claro está, es una predicadora. El final, obviamente, es lo que no podemos contar.

Hay que decir que la trama se sitúa en los años de la Ley Seca, el período dorado del gansterismo. Hay que recordar que Affleck empezó a trabajar en esta película en 2014, el año en el que concluía la serie televisiva Boardwalk Empire (2010-2014) que causó un impacto extraordinario en el público norteamericano y en el mundial. Aquella serie, rememoraba las andanzas de Nucky Thomsom en Atlantic City. Junto a la figura de Thomsom aparecía un fresco de todos los gánsters de la época. No es difícil suponer que Affleck o la productora (la Warner), tuvieron presente el éxito de esta serie para cabalgar sobre su ola. 

Inicialmente, la película está inspirada en la novela de Dennis Lehane, Live by Night, publicada en 2013. Lehane es autor de otras tres novelas que se convirtieron en éxitos cinematográficos. Clint Eastwood, aprovecho Mystic River para rodar una película con el mismo nombre (2003), luego fue Shutter Island (2010) de Scorsese basado en otra novela de Lehane. Y el mismo Affleck había rodado Gone BabyGone (2007), protagonizada por su hermano Casey, inspirada también en un relato del mismo autor.


La interpretación de Affleck está, como siempre, en su línea. Actor de éxito, se permite asumir solamente los papales que le gustan y dirigir las películas por la que siente particular interés. Nadie podrá, desde luego, reprochárselo. El resto de actores realizan un trabajo notable: Elle Fanning, esa especie de muñeca que parece que se va a romper y saca una fuerza interior extraordinaria, interpreta a la predicadora moralista. Sienna Miller, la amante inicial, realiza también un papel redondo, revalidando la buena impresión que dejó Los amantes de la noche (2016); en cuanto a Zoe Saldana, introduce el elemento multiétnico que justifica la presencia en el guión de la imagen del Ku-Klux-Klan y que se muestra como la esposa entrañable, registra una actuación mucho más depurada que cuando se dio a conocer internacionalmente con su papel en La maldición de la Perla Negra (2003). 

En cuanto a los papeles masculinos cabe tener presentes al irlandés Brendan Gleeson, actor de carácter y sin duda uno de los que mejor podrían haber interpretado el papel de padre del protagonista. Otro de los actores más solicitados en este momento, Chris Cooper, aparece como comedido “sheriff Irving Figgis”, Chris Messina que ya había colaborado con Afleck en Argo, encarna a “Dion Bartolo”, otro gánster, cómplice de Affleck y finalmente Robert Glenister, actor que para los amantes de las series lo hemos visto recientemente en Paranoid haciendo un magnífico papel. 

La película es agradable de ver. Sin ser una película espectacular, gustará a los que se deleiten con escenas espectaculares (una persecución de coches en los primeros minutos, sin duda, les satisfará). Todos aquellos que experimenten una atracción especial por los EEUU de los años 20 y de la Ley Seca, o que consuman con fruición películas de gánsters, podrán estar atraídos por esta producción. Los admiradores de Affleck, lo encontrarán tan encantador como en anteriores producciones y los que quieran ver si tras él está un nuevo Clint Eastwood, posiblemente se vean decepcionados con esta película, pero les servirá para completar la filmografía de este director que todavía tiene muchas cosas por decir.


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