lunes, 11 de febrero de 2019

High Life... de Claire Denis



Los viajes espaciales tienen cierto punch en materia cinematográfica: una nave perdida en el espacio es como una isla desierta de la que no hay escapatoria posible, claustrofóbica y angustiosa, sean quienes sean sus tripulantes. En este caso -y no es el primero en la historia del cine- se trata de asesinos que redimen condena participando en un viaje espacial sin retorno. La conmutación de la pena de muerte a cambio de no volver jamás al planeta tierra parece algo inherente a la cultura europea. Los EEUU y Australia, algunas colonias en el Brasil y en Nueva España fueron, o bien tierra de promisión para disidentes religiosos que querían construir el Edén en el Nuevo Mundo (es decir, visionarios de la peor especie) o bien tuvieron en su origen colonias penitenciarias. Así pues, la idea de enviar al espacio a criminales, es una adaptación de los viejos usos del mundo europeo. En cualquier caso, es el punto de arranque de esta película francesa.

Un grupo de condenados a muerte, han accedido viajar a las puertas de un agujero negro cuya energía de rotación se pretende aprovechar para resolver los déficits energéticos del planeta. Son depredadores y se comportan como tales, pero están aislados de la única autoridad que hay en la nave, la “doctora Dibs” (Juliette Binoche). Esta empieza a realizar experimentos con los presos, incluyendo los de naturaleza sexual. Nace una niña en el interior de la nave. Poco a poco, los presos van tomando conciencia de su condición de cobayas y de que lo que se pretende de ellos, no tiene nada que ver con la tarea heroica y decisiva para el futuro de la humanidad que se les había propuesto cuando estaban en el corredor de la muerte. 

Alguien ha dicho que la película incorpora la mejor escena de sexo espacial jamás filmada. Otros la han definido como la nueva 2001, una Odisea Espacial. Los hay que han destacado sus disquisiciones filosóficas y sus símbolos, mientras que otros consideran este aspecto como un tostón. Ciertamente, los europeos no son muy aficionados a componer películas de ciencia ficción. Este trabajo está mayoritariamente desempeñado por los estudios de Hollywood y esta película tiene factura francesa. Así pues, si uno cree que va a asistir a un thriller espacial con escena de violencia compulsiva, aventuras sin fin, efectos especiales cada dos por tres o giros inesperados en la trama, se equivocan de producto. Su directora, Claire Denis, habitual del “cine de autor” (y que no cuenta con el presupuesto habitual en las superproducciones hollywoodienses), ha optado por realizar una reflexión sobre la condición humana, el futuro de la especie y las repercusiones del aislamiento en el sexo y en las percepciones que los sujetos se hacen de sí mismos, reflexiones sobre los desechados, los marginados, los diferentes y los proscritos… en definitiva, una película que intenta hacerse un hueco en el “cine comprometido”.

Para poder aceptarla, el espectador tendrá que compartir los criterios ideológicos con los que trabaja Claire Denis. Y no está claro que todos los espectadores los vayan a compartir. La ideología y el “mensaje” se han superpuesto a la aventura y el espectáculo en esta cinta. En los festivales en los que se ha presentado, ha generado división de opiniones. En varios, Toronto entre ellos, el público fue abandonando la sala de proyección. Y es que la carga ideológica termina generando lentitud en la trama. 

¿Lo mejor? Obviamente las actuaciones de Juliette Binoche y de Robert Pattinson. La ambientación es deliberadamente sórdida e inhóspita para obligar al público a estar pendiente de los diálogos y las situaciones ¿Lo peor? Lo limitado del presupuesto ha hecho que la nave espacial parezca un contenedor o que los trajes espaciales tengan muy poca credibilidad. 

No es una mala película, es una película para determinado público, producto de la mentalidad y de las vivencias de su directora (se crió en distintos países del tercer mundo y a los 14 años se trasladó a la banlieu parisina, sin embargo, siendo de nacionalidad francesa, se sentía como extranjera en su patria, da la sensación de que ella misma hubiera podido participar voluntariamente como tripulante de esta nave). Habitualmente, esta directora prefiere rodar sus películas en escenarios naturales y no en platós y su cine usa encuadres estáticos, intentando que las expresiones de los actores reflejen estados de ánimo. Sus temáticas suelen tratar temas de compromiso social y cierto nivel de ideologización siempre está presente por vía de la provocación: aquí reside se basa en la idea de unos astronautas que no son ingenieros, ni técnicos, ni pilotos de pruebas, ni biólogos, sino simples asesinos, enviados a morir a borde una patera espacial.

Todo lo cual hay que tenerlo en cuenta a la hora de valorar esta cinta. Puede seducir o aburrir. Puede ser vista como una obra maestra o como un producto pretencioso. Unos pueden considerarla provocadora y otros confusa. A mí me ha seducido… pero no es evidente que a usted le opere el mismo efecto.

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