domingo, 9 de octubre de 2016

Boardwalk Empire: antihéroes de “realidad mejorada”


El general Cambrone, jefe de la Guardia Imperial contestó a la propuesta de rendición que le hicieron los ingleses en Waterloo escueta y lacónicamente, con la palabra “merde!”. La historiografía francesa ha embellecido y retorcido el episodio haciéndole decir: “La Guardia muere pero no se rinde”. Es lo que nuestros informáticos llamarían “realidad mejorada”. Esto viene a cuento de la serie Boardwalk Empire cuya quinta y última temporada terminó en Octubre de 2014 y merece algún comentario. Sí, porque Boardwalk Empire es la “historia mejorada” de los gánsters norteamericanos de los años veinte en la que todos ellos resultan ampliamente embellecidos sino magnificados.

Cuando uno ve la foto del auténtico Enoch “Nucky” Johnson y la compara con la del protagonista de esta serie Enoch “Nucky” Thomsom se da cuenta de que en Hollywood todo es permisible, incluido el adelgazar cincuenta kilos al protagonista, embellecerlo y matarlo cuando no toca a mayor gloria de un final coherente. Para saber lo que fue aquella época en los EEUU tenemos dos caminos: o los documentales de la TV2 o películas de ficción sobre el tema. Estas últimas no han faltado desde 1932 con el Scarface de Howard Hawks, protagonizada por Paul Muni e inspirada en la biografía de Al Capone, hasta esta serie de Boardwalk Empire. Gracias a estos productos hemos ido teniendo una visión más o menos “mejorada” de lo que fue la prohibición y el período dorado del gansterismo. 



Películas como Eliot Ness (de Brian de Palma, 1987) o la serie basada en el mismo tema Los intocables (1959-63), Camino a la perdición (2002), Bugsy (1991), El enemigo público (1931), Los violentos años 20 (1939) y otras muchas han tocado esta temática y han tenido como protagonistas a gánsters que realmente existieron. Pero Boardwalk Empire es algo más que todas estas cintas ninguna de las cuales duró más allá de 100 minutos: se prolonga a lo largo de 56 episodios de una hora de duración divididos en cinco temporadas.

En efecto, los guionistas han podido disponer de 3.360 minutos, para desarrollar una parte de la historia norteamericana que abarca el primer tercio del siglo XX. Cabe decir que la inmensa mayoría de personajes tuvieron existencia real, si bien las necesidades narrativas y el lenguaje cinematográfico tienden, en general, a mejorarlos. El espectador no avisado se sorprenderá al saber que no solamente hubo (y hay) mafia italiana, sino que en los años veinte ya existía una prominente mafia judía (a través de la cual entró la heroína en EEUU y el trucaje de las apuestas), una mafia irlandesa y una mafia negra, cada una de ellas dividida en su interior en familias a menudo rivales y que forjaban alianzas inestables con otros grupos étnicos para imponerse sobre sus rivales en los suyos propios.

Boardwalk Empire, por ejemplo, está asociada a Scorsese y Buscemi. Los nombres de ambos delatan ascendencia italiana lo que remite directamente, para bien o para mal, a la temática mafiosa. Ambos han sacado adelante, como director-productor uno y como actor Buscemi, películas sobre este fenómeno que han gozado ampliamente del favor del público y de la crítica. La combinación entre ambos en esta serie no podía sino marcarla con el sello del éxito incluso cuando no pasaba de ser un proyecto. Si a eso añadimos que el guionista principal era Terence Winter, creador de Los Soprano, entenderemos porqué a esta serie le cabe el rótulo de “nacida para triunfar”.


De hecho, los únicos que se han atrevido a apuntar alguna crítica a Boardwalk Empire han dicho de ella que se parecía demasiado a Los Soprano. No es cierto. Están ambientadas en dos épocas diferentes y, por lo demás, los “niveles delictivos” de los protagonistas son, así mismo, diferentes. Los Soprano, no dejan de pertenecer a los niveles más bajos, casi arrabaleros, de la mafia, muy distantes de las cúpulas de decisión. Boardwalk Empire, por el contrario, tiene como protagonista al “dueño” de Atlantic City durante los años 20 y su trasfondo alude al nacimiento del crimen organizado a nivel federal a finales de esa década. Estamos hablando pues de “cúpulas”, no de gánsters de barriada. Hay que decir que para las cinco temporadas se ha reconstruido el paseo marítimo de Atlantic City en torno al cual transcurre lo esencial de la serie. Mención aparte merece la aparición en la última temporada de John Kennedy, padre de JFK, a medio camino entre la delincuencia y la especulación bursátil, o las pinceladas sobre la Cuba de finales de los veinte, ya convertida en burdel de los EEUU.

La historia es, a ratos, descarnada, siempre ingeniosa, y con un final que no deja cabos sueltos. De hecho, la serie tuvo cinco temporadas porque era lo necesario para explicar la acción del crimen organizado desde el inicio de la Ley Seca (1919) hasta su derogación (1933), años en los que las bandas criminales eran pequeños grupos ligados a condados concretos a constituir una tupida red que abarcaba todo el territorio de los EEUU. En la última temporada, para cerrar el ciclo, se dramatiza la corrupción político-moral que ya existía a principios del siglo en la ciudad-escenario de los hechos, Atlantic City. Fueron aquellas aguas lo que trajeron los lodos gansteriles de los años veinte.

Diálogos ingeniosos, lacónicos, constituyen pinceladas suficientes como para conocer desde las primeras escenas a cada uno de los personajes. La ambientación, desde el vestuario hasta las armas utilizadas, los vehículos y hasta el último objeto del atrezzo, son sencillamente magistrales y sin fisuras y explican por qué la serie ha recibido 40 nominaciones a los Emmy y obtenido reiteradamente premios y reconocimientos no solamente en EEUU sino allí en donde se ha proyectado. ¿Qué podemos decir de la banda sonora? Es, sin duda, uno de los mejores aspectos; cada episodio termina con un sonido de aquella época. Las voces de Khaty Brier y Margot Bingham destacan por encima del resto de piezas que rematan cada episodio. 


No hay personajes ejemplares en esta serie. Todos, absolutamente todos, son antihéroes. El mismo director del FBI, Edgar Hoover es pintado como un oportunista sin escrúpulos, los personajes de la administración, incluido el fiscal general de la Unión, son, pura y simplemente corruptos como los que proliferan en nuestro rincón de la Galaxia. El guion nos lleva por lugares tan absolutamente inesperados como la Irlanda previa a la sublevación del IRA en 1921 o a la Cuba del período crepuscular de Gerardo Machado, a la América profunda, o a los más lujosos hoteles de Nueva York. 

La interpretación de Buscemi como “Nucky” Thomsom es simplemente genial, pero en los papeles secundarios el casting ha sido igualmente acertado: destacan especialmente por el impacto que causan en el espectador Michael Shannon como “agente Van Alden”, camaleónico actos secundario hasta ahora pero al que le auguramos un gran futuro por su particular fisonomía, o Stephen Graham que realiza una creación de Al Capone que mejora cualquier otra que se haya hecho anteriormente del personaje, sin olvidar, naturalmente a Jack Huston que interpreta a un francotirador con el rostro deformado por la metralla y cubierto por una máscara, sin duda uno de los personajes que el espectador más lamenta que desaparezcan, y por supuesto la esposa del protagonista y su hermano, interpretados respectivamente por Kelly Macdonald y Shea Whigham… y no tendríamos inconveniente en encontrar hasta en el papel más secundario y actores de reparto de mucha experiencia y carreras prometedoras o a actrices suficientemente curtidas como Patricia Arquete.

La serie ha sido retransmitida en España a través de Canal+ y de la Sexta. Se la puede encontrar en e-Mule y bitTorrent. Máxima puntuación, pues, para una serie que ha contado con el máximo presupuesto y la máxima brillantez (que no siempre van a juntas).

País: EE.UU
Año: 2010
Temporadas: 5T
Género: Género Negro, Histórica.  
Canal de emisión en España: Canal+, Sexta, 
Se puede conseguir en: e-Mule y bitTorrent
Calificación: 10

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