viernes, 23 de diciembre de 2016

Zero: An Investigation Into 9/11. ¿Y ahora qué?


Este documental  tiene tres virtudes: la primera de todas haber sido producido en Italia y, por tanto, verse libre de la presión psicológica que existe en los EEUU, objetivo de los ataques del 11-S; la segunda es ser absolutamente ponderado y nada conspiranoico: todo lo que nos dice, absolutamente todo, es básico y razonable, no existe ni la tentación de manipular al espectador, ni de difundir otra cosa que no sea el testimonio e expertos independientes y de imágenes absolutamente incontrovertibles; la tercera, la claridad. Simplemente, lo que este documental exhaustivo nos dice es: “Los atentados del 11-S no pudieron existir tal como fueron presentados en la versión oficial”. Ni más, ni menos. Y después de la proyección debemos darle la razón, a poco que tengamos abierto nuestros ojos y nuestro espíritu.

A SIETE AÑOS DE LA TRAGEDIA

En 2008, cuando se estrenó este documental de producción italiana, habían pasado ya siete años desde los ataques del 11-S y el gobierno Bush estaba a punto de ceder la poltrona de la Casa Blanca a Barak Obama. Iba a comenzar un nuevo ciclo en la política de los EEUU así que era bueno revisar los aspectos más oscuros de lo que había ocurrido aquel infausto día de septiembre de 2001. El documental parte del acontecimiento más espectacular después del choque de los dos aviones: el desplome como un castillo de naipes de las dos torres que havían sido proyectadas para resistir el impacto de aviones. De hecho, resistieron. Sin embargo, tras una hora de arder con humo negro (retengan este dato del “color” que va a ser importante) se desplomaron. En el documental se cita el incendio del edificio Windsor de Madrid: el rascacielos ardió durante horas con llama roja (nuevamente el color) y, sin embargo, no se desplomó. ¿Qué pasa con el color? Que cuando hay mucho oxígeno la llama sale roja y cuando apenas hay combustión tiende a aparecer como negra. Negro fue el color que vimos en el WTC, así que la temperatura no pudo ser tan alta como para fundir las vigas y provocar el colapso del edificio. 



La versión oficial sostiene que la estructura de acero cedió porque el calor de la explosión la había hecho ceder, pero lo cierto es que, contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, las personas que se encontraban en los pisos superiores al que se produjo el impacto de los aviones pudieron ganar la planta baja y descender sin problemas. Así pues, el calor en el interior del edificio era insoportable para las personas y para la estructura… pero sólo en la zona en la que impactaron los aviones. No era un infierno de calor. Por debajo de la planta 74 hubo plena normalidad hasta el desplome. 

Hasta ahora, y contrariamente a lo proclamado por la versión oficial, nadie ha logrado explicar el porqué las dos torres y el llamado Edificio 7, se desplomaron (especialmente, porque éste último no fue alcanzado por ningún impacto, ni parecía particularmente deteriorado). En el documental varios técnicos cualificados dan su opinión: los parámetros que hubieran llevado al colapso no pudieron ser reproducidos en el laboratorio y ninguna de las teorías apuntadas (la del “pankake”, las columnas de acero se recalentaron y cedieron; ni la del “acortamiento”, el calor desprendió la vigas horizontales y debilitó la fachada) se sostienen. Además, la versión oficial mintió sobre el combustible que llevaban los aviones en los tanques: 13 toneladas, cuando en realidad llevaban 6. También, inexplicablemente, se duplicó el tiempo en el que se afirmó que habían ardido las torres: 90 minutos en lugar de los 45 que fueron en realidad. Y, finalmente, los 10 segundos en los que las torres se desplomaron, está próxima a la velocidad de caída libre (9,81 metros por segundo)… Para caer a esa velocidad, hubiera sido preciso que debajo de la parte incendiada no hubiera habido absolutamente nada. Y en lugar de eso teníamos 75 pisos en absoluto alterados o debilitados por el fuego. 

TERMITA Y SUPERTERMITA

Entonces ¿qué ocurrió? Tal es la pregunta del millón a la que los guionistas de Zero: An Investigation Into 9/11 contestan utilizando el testimonio directo de técnicos que participaron en los estudios de los restos del WTC. Cuando se examinó una viga recuperada se hallaron partes que se habían derretidos. Era imposible: el acero funde a los 1600º, pero la temperatura máxima del fuego, no pasó de 800º. Ahora bien, en los restos se entraron residuos inusuales de Termita, un explosivo incendiario utilizado por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y que sigue siendo de utilización exclusivamente militar. 


Y lo es más significativo: una vecina aportó el polvo que se depositó en su ventana al hundirse el WTC: Una vez analizado volvió a encontrarse los componentes de la Supertermita, la última variante de este explosivo incendiario. Uno de los componentes detectados solamente se encuentra en ese explosivo: el nitrato de bario, extremadamente tóxico. Así pues, la conclusión es fácil de deducir: se trató de una demolición controlada exactamente igual a las que hemos visto en muchos casos. Y aquí también vale la pena aplicar el principio de la navaja de Ockham: si algo parece una demolición controlada, si un edificio se hunde a esa velocidad, si ninguno de los parámetros apunta hacia otra solución, no lo duden, ni se construyan teorías absurdas, complejas e indemostrables: es una demolición controlada, no es otra cosa.

Después de 40 minutos de testimonios e imágenes es difícil dudar de esta conclusión. No es raro que los defensores de la versión oficial, optaran primero por aferrarse a la versión inicial y luego optaran por no responder a las críticas. Además, algunos de los supervivientes oyeron poco antes del impacto de los aviones, explosiones dentro del edificio (en los pisos bajos, no en las alturas). Dieron sus testimonios en la investigación que siguió, pero la explicación de que se trataron de explosiones de gas de las cocinas del inmueble era falsa: no había gas en el edificio, las cocinas eran eléctricas. Lo sabía uno de los porteros y encargados del mantenimiento que salvó a varias personas heridas del inmueble. Las sacó y volvió a entrar una y otra vez. Es hispano, Willy Rodríguez. Fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Bush. Poco después, cuando leyó la versión oficial sobre los atentados, se enfureció y se convirtió en una de los grandes adversarios de las interpretaciones que la administración dio a los atentados.


LA MALA BROMA DEL BOEING 757 QUE SE ESTRELLÓ CONTRA EL PENTÁGONO

La segunda parte del documental aborda el conoció tema del ataque al Pentágono. Nos muestra imágenes del incendio: las primeras que se tomaron. Nadie, absolutamente nadie, ha logrado explicar cómo la parte afectada era una pequeño recuadro de apenas cinco por cinco metros en la fachada. Allí no había ni rastro del  avión presuntamente estrellando. De hecho, ahí se estrelló cualquier cosa menos un avión. Los restos que aparecieron no se correspondían con los que habitualmente se encuentran en los accidentes aéreos. Los motores y el tren de aterrizaje no se funden por brutal que sea la colisión. Sea lo que sea que se estrelló, desde luego no era el Boeing 575 que la versión oficial dio como secuestrado… El titanio y el acero funden solo a 3000º, una temperatura a la que no se acercó el fuego en aquel edificio. Lo de menos, es la desaparición de 86 vídeos que podían haber dado alguna imagen de lo que se estrelló. Cuando el run-run de la conspiración crecía, en 2006, el Pentágono liberó cuatro de estos vídeos. En dos no se veía absolutamente nada ni siquiera y los otros dos, del parking del edificio, no registran los fotogramas del impacto. El humo que se vio luego era blanco (el color, siempre el color), en absoluto propio del incendio de unas cuantas toneladas de carburante. Sin olvidar que ningún piloto hubiera podido dar un giro  270º a un avión de esa envergadura y a baja altura sin entrar en pérdida y estrellarse en cualquier sitio menos contra el Pentágono, protegido además por baterías de misiles antiaéreos que, por supuesto, no funcionaron. Ningún avión comercial puede volar a 6 metros de altura y a una velocidad de 530 millas/hora, el aire es demasiado denso y la resistencia lo hace incontrolable.

Y, A TODO ESTO, ¿QUÉ HAY DE LOS SECUESTRADORES?

La última parte del documental está dedicada a abordar el espinoso tema de los secuestradores señalados tres días después del ataque. A ello va dedicado el último cuarto de hora del documental. Con cierta lógica, la voz en off recuerda que para descubrir a los autores del atentado de Lockerby se tardó dos años. El FBI con ninguna prueba los marcó en tres días. Entre los gags más increíbles del 11-S figura el encuentro del pasaporte de Mohamed Atta, medio quemado, a unas pocas manzanas del WTC. Se sabe que 15 de los 19 acusados eran saudíes y se les dio a todos como miembros de una red salafista entrenada en Afganistán y compuesta por musulmanes fanáticos. ¿Lo eran? Dejando aparte que varios de los “secuestradores muertos” se encontraban tranquilamente en sus casas y se presentaron a la policía nada más ver sus fotos en el noticiario. Sin embargo, todavía hoy aparecen en la lista de autores de la masacre. 


Por lo demás ¿quién era Mohamed Atta? ¿Hubo solamente un Atta o fueron varios los que se movieron con ese nombre? El hecho de que el rostro de uno de estos Atta apareciera en la filmación del control de pasaportes del aeropuerto dice solamente que pasó por allí… pero nada del vuelo al que subió. Por lo demás, ni Atta, ni otro cinco árabes que efectivamente siguieron cursos de pilotaje de avionetas en escuelas de Florida estaban ni siquiera en condiciones de asumir los mandos de un pequeño avión.

Otro dato a tener en cuenta que nos recuerda el documental: Bin Laden no fue acusado oficialmente de estar detrás del crimen. Hasta su extraña muerte, a Bin Laden se le buscaba por su complicidad en atentados anteriores, no por el 11-S. Luego, el documental abunda en lo que fue “Al Qaeda”, una base de datos, nada más, al servicio de la CIA, fundado en 1987 que incluía voluntarios árabes para luchar contra las tropas rusas en Afganistán. Esta red operó entre 1992 y 1995 en Bosnia y luego llevó el terrorismo a Kosovo. 

¿Eran islamistas? No, desde luego, ni Mohamed Atta, ni los que estaban con él en la noche anterior al atentado. Bebían alcohol, y abundan los testimonios que vinculan a Atta con el consumo de cocaína y la prostitución, nada de todo lo cual corresponde al perfil de un islamista radical. Y en cuanto al vídeo de Bin Laden reivindicando los atentados, hace falta tener imaginación para ver en la imagen de aquel vídeo encontrado en una casa abandonada en Kandahar al mismo personaje que unos años antes había reivindicado atentados anteriores. Ni siquiera la traducción que se ofreció del audio corresponde a la traducción real. Y el anillo de oro que llevaba estaba en contra de la prohibición islámica de que un hombre ostente este tipo de avalorios… El vídeo era, simplemente, una falsificación.

PREGUNTAS PENDIENTES, SILENCIOS POR RESPUESTAS

En los ataques del 11-S murieron casi 3.000 personas (no las 30.000 que se dijo en los días siguientes al crimen). Hoy, no se sabe ni quién cometió los atentados, ni siquiera cómo se cometieron, miente quien diga lo contrario. En la entrevista final de este documental, el padre de una de las víctimas que perdió a su hijo, analista el Merryll Linch, lo expresaba con una claridad meridiana: “Los norteamericanos vivimos en un iceberg e ignoramos todo lo que hay debajo”. Y fue “debajo” en donde se elaboró la “ilusión” del 11-S: los aviones que se estrellan, las torres que se caen, el centro de la defensa atacado… No hay afirmaciones que se hayan podido demostrar en este documental. Si merece algún calificativo es el de la ponderación y la lógica metódica y cartesiana. “América” fue atacada… la cuestión es que todavía hoy, a más de 15 años, no se sabe nada cierto. O sí, se sabe algo: que la versión oficial es insostenible. 


El documental responde a las preguntas que se formula, pero no agota el número de las que se podrían haber formulado (sin ir más lejos: si en el Pentágono no se estrelló el Boeing 757 que afirma la versión oficial sino un misil –que es, a fin de cuentas, lo que se apunta– ¿a dónde fue a parar el avión, con su tripulación y sus pasajeros…?). Hay muchos más documentales como éste elaborados con la intención de que la verdad resplandezca (3.000 muertos son muchos muertos para poder mirar a otro lado).

Si usted no está muy dispuesto a comulgar con ruedas de molino, o si percibe que algo no termina de estar bien explicado en todo este tema del terrorismo internacional y, concretamente, del 11-S, deberá ver necesariamente este documental. Si cree que la “conspiranoia” es algo absurdo, ingenuo e infantil, deberá verlo también para establecer que no todas las dudas sobre el 11-S proceden del ámbito conspiranoico. Y si, finalmente, cree que lo ocurrido en Nueva York y Washington aquel día puede repetirse en otra tierra y en otro tiempo si alguien se sale de rositas en un tema de tanta gravedad, véalo también. Este documental no le dirá quien generó el 11-S, le dirá simplemente que la versión oficial es falsa, torpe, mendaz e indemostrable. A partir de ahí, juzgue usted mismo.



FICHA:

Título original: Zero: Inchiesta sull’11 settembre (Zero: An Investigation Into 9/11)
Título en España: La verdad sobre las Torres Gemelas
Duración episodio: 104 minutos
Año: 2008
Temática: Los aspectos absolutamente inexplicables de la versión oficial sobre los atentados del 11-S
Género: Documental.
Subgénero: Político – Terrorismo - Conspiración.
Director: Franco Fracassi, Francesco Trento.
Lo mejor: Lo ponderado del análisis y que no carga las tintas sobre los aspectos desconocidos.
Lo peor: Que la emisión del documental no ha reavivado la investigación sobre el 11-S.
Puntuación: 8
Documental completo en castellano: https://youtu.be/WtGvVMId_Hc
¿Cómo verlo?: Puede verse gratuitamente en el enlace indicado. 


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