domingo, 20 de marzo de 2022

El Código Emperador... de Jorge Coira

Las personas simples y honestas son peligrosas porque pueden destapar cómo funciona la corrupción en el engranaje político. El chantaje beneficia el control del Estado. Película basada en hechos reales #CodigoEmperador Sensación de que hay una continuación. Como una serie.

Me encanta la naturalidad con que trabaja #LuisTosar siempre trae el personaje de casa. A diferencia de otros actores que hasta los 20 minutos todavía no se han creído el papel.

También tiene algo de solucionador como  #RayDonovan

Antes de realizar la crítica he querido puntualizar porque el Estado funciona con esta peculiar delicadeza. 

1) Los sistemas de control social actualmente a disposición de servicios de seguridad, garantizan que todos los personajes públicos no puedan tener secretos escondidos. Y, sin excepciones. 

2) Hoy, un político, no se dedica a la política por la defensa de una determinada ideología, ni para defender determinados ideales que hace décadas se certificó su muerte. Hoy, alguien se dedica a la política porque quiere Poder, prefiere renunciar a su vida privada y a la felicidad familiar a cambio de detentar poder durante unos años, el tiempo suficiente como para poder acumular patrimonio suficiente que le dé seguridad, lujo y proximidad a la élite económica. Sabe que los grandes negocios se hacen a la sombra del poder y está dispuesto a cualquier cosa para lograr ese fin. 


3) A esto se une que todo aquel que opta por dedicarse a la política hoy -un oficio considerado como propio de chorizos- tenga una psicología muy particular coincidente en sus rasgos con los del "psicópata integrado": falta de empatía por los demás, profunda indiferencia hacia el sufrimiento de otros, egocentrismo elevado a la enésima potencia y capacidad para mentir sin inmutarse. La falta de alguno de estos rasgos inhabilita para ser un "político" en nuestros días.


4) En tanto que psicópatas integrados, los políticos actuales tienen mas cosas que ocultar que el ciudadano medio normal: y, por tanto, son todavía más manipulables que cualquier ciudadano.


5) Si hubiera alguna excepción, a estos rasgos, el político en cuestión, se sentiría como un bicho raro en un ambiente que no es el suyo y en el que no hay lugar para el idealismo, los proyectos creativos o el decir la verdad. La posverdad es lo que ha sustituido a la verdad: es decir, no lo que es verdad, sino lo que se presenta como incuestionable. Un "político honesto", en el marco político actual, sería algo así como un extraterrestre arrojado a un planeta hostil: se sentiría incómodo, fuera de lugar, se haría sospechoso a los ojos de sus propios compañeros de partido. Nadie honrado, nadie honesto, nadie digno puede dedicarse en estos momento a la política. Ni hay en la política lugar alguno para alguien que haya asumido valores de justicia, integridad y honradez. 


6) Por otra parte, los políticos hoy se limitan a gobernar asuntos cotidianos y a lucrarse con ellos (todo movimiento económico que se produce a la sombra del Estado, una contrata, una concesión, un subsidio, la prestación de un servicio, un crédito internacional, la entrega de un fondo para la ayuda al desarrollo, etc, genera una comisión que es unánimemente aceptada y encubierta. El político solamente tiene que preocuparse de que ejercer sus corruptelas con habilidad suficiente como para que no resulten demasiado evidentes y para no ganarse enemigos que pueden poner sus operaciones fraudulentas sobre el tapete.


7) Para que un político destaque deben darse distintas circunstancias: en primer lugar que sea lo suficientemente maleable y dúctil para adaptarse a las exigencias de los "señores del dinero" (fondos de inversión, carteles económicos, grandes consorcios empresariales, etc), se convierta en el defensor de sus intereses y esté dispuesto a aplicar políticas que defiendan tales intereses. De cumplir estas características, el poder económico/mediático lo encumbra a pesar de que sus cualidades personales sean nulas y que su preparación sea mínima. Puede ser político aquel que no tenga reparos en arrodillarse ante los poderosos, ni muestre el más mínimo reparo en someter a los débiles (mediante impuestos, mediante mentiras, mediante la promulgación de decretos-ley y mediante todo el arsenal propio del perfecto psicópata.


8) Por todo ello, la política es el lugar privilegiado para la actividad de delincuentes. No solamente de gentes que tengan algo que ocultar y que, por tanto, sean manipulables por quienes conozcan sus secretos, sino porque, ellos mismos desean ser manipulados si ello les sitúa en primer plano, les da poder y riqueza.

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